Presenciar las corridas de toros es nocivo para la infancia

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Daniel[1] es un niño de 11 años a quienes sus padres llevaron a presenciar las corridas de toros. Mientras ocurría el espectáculo, el niño brincó al ruedo para defender al animal. Conmovido y llorando por la violencia, corrió a interrumpir el acto, pensó que debía detenerlo, lo vio como algo atroz y se identificó con la víctima. Justo en ese momento, yo estaba afuera del recinto junto con otros activistas tratando de concienciar a la gente sobre lo que pensamos bueno: considerar a los animales como sujetos de cuidado moral, no infringirles violencia por diversión y abolir la fiesta brava.

El niño no logró su cometido. Fue sacado por elementos de seguridad entre gritos de la afición y liberado en la puerta del lugar. Corrió hacia los que estábamos afuera con pancartas, como buscando consuelo, abrazó a uno de los activistas y llorando pidió unirse al grupo “quiero estar con ustedes, quiero estar con ustedes” repetía. Tras de él salieron sus padres; la madre lloró, el padre le pidió perdón y lo consolaron.

Después de presenciar esto no fui la misma. Confirmé lo que ya sabía, la violencia también daña a quienes la presencian. Más allá de un razonamiento filosófico, las personas, desde niños, sabemos que el maltrato está mal y verlo genera malestar.

Apoyando la idea de que ver violencia contra los animales es nociva, puedo citar uno de los más famosos estudios sobre la exposición de los niños a imágenes de violencia contra los toros. Graña y sus colaboradores (2004), concluyeron que sí hay un impacto negativo en los infantes a nivel emocional. Los niños que fueron expuestos a las imágenes violentas marcaron mayores niveles de agresión y ansiedad luego del experimento, comparados con el grupo control que vio otro tipo de imágenes. Esto no está relacionado con el significado que los espectadores le dieron, pues tanto los que lo ven como un acto atroz, como los que lo ven como festejo presentan estos cambios.

Existen otros estudios que relacionan el hecho de presenciar maltrato contra los animales con ejercer bullying, perpetrar abuso animal, cometer actos delictivos y en general con problemas psicológicos (McDonald, 2017).

Si como sociedad queremos niños saludables física y mentalmente, es necesario proporcionarles ambientes sanos y libres de violencia. Las actividades recreativas aptas para los menores deben estar enfocadas al desarrollo, aprendizaje y creatividad.

Los niños deben ser cuidados y sus intereses deben ser tomados en cuenta durante este ejercicio, pues aún no cuentan con total autonomía. Son sujetos de los que somos responsables moral y legalmente.

Bibliografía:

Graña, J.L., Cruzado, J.A., Andreu, J.M., Muñoz-Rivas, M.J., Peña, M.E. 4& Brain, P.F. Effects of Viewing Videos of Bullfights on Spanish Children, Aggressive Behavior, Volume 30, pages 16–28 (2004)

McDonald, S. E, Dmitrievab, J., Shina, S., Hittic, S. A., Graham-Bermannd, S., Ascionee, F. R., & Herbert Williamse, J. The role of callous/unemotional traits in mediating the association between animal abuse exposure and behavior problems among children exposed to intimate partner violence. Child Abuse & Neglect, Volume 72, October 2017, Pages 421-432.


[1] Para guardar la confidencialidad del menor y su familia, el nombre ha sido cambiado al igual que se evita mencionar el lugar y fecha del evento. La autora da fe de que este fue hecho real.

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