En esta tercera entrega, trataré de concluir y dar respuesta a las inquietudes despertadas con los dos artículos anteriores, pero antes me gustaría revisar un último punto: la anormal distribución de los hospitales y los centros de tercer nivel. Respecto a este hecho debemos notar que, en México, solo las instituciones con un alto número de beneficiarios pueden darse el lujo de contar con una cobertura hospitalaria geográficamente aceptable.
Es decir, aunque una institución tenga 10 millones de derechohabientes, si estos se distribuyen, por ejemplo, en 10.000 poblaciones, por cada localidad solo habrá 1.000 derechohabientes. Al suponer que la prevalencia de la Epilepsia es del 1 %, se hablaría de que apenas 10 derechohabientes podrían tenerla. A partir de estos números, creo que en una semana se podrían cubrir todas las consultas de los derechohabientes afectados. Y con respecto a las urgencias, si son pacientes bien controlados probablemente el neurólogo se rascaría el ombligo con bastante regularidad.
Si bien entiendo que hay otras patologías neurológicas, en estos 10 pacientes tendríamos muchas de ellas porque suelen ser comórbidas, y por otro lado, en cuanto a patologías neurológicas, solo el Parkinson es tan frecuente como la Epilepsia. De allí para abajo, estamos hablando de patologías con una frecuencia tan baja que no alcanzan a hacer la unidad en esos 1.000 derechohabientes.
Viajar hasta la Ciudad de México para recibir atención
Luego entonces, parece poco sensato contratar a un neurólogo, y es por esa razón que al tener un sistema de salud pública tan pulverizado algunos derechohabientes de institutos pequeños tienen que viajar hasta la capital, ya sea estatal o nacional. Esto, aún cuando cuentan con un hospital local, en el caso de México, casi siempre del sector salud o del IMSS.
Para ir terminando con esta serie de artículos un hecho destacable en estas discrepancias son los hospitales regionales del ISSSTE, pues si revisamos sus números nos daremos cuenta de que, en algunos casos, su complejidad y su nivel de atención depende más de su cercanía con la Ciudad de México, que con el número neto de población amparada, poniendo como ejemplo Puebla o Morelos y Oaxaca o Guerrero, respectivamente.
Resulta obvio entender que, el ISSSTE, al ser una institución estatal que ampara maestros, las entidades costeras al ser más grandes en cuanto a municipios y en cuanto al número de derechohabientes1 deberían tener un hospital más complejo. Lo que en los hechos no ocurrió durante varios años. Y tengo mis dudas sobre la circunstancia actual.
Por eso, el fraccionamiento de la salud pública y sobre todo de la seguridad social no sigue las lógicas de la estadística, por lo menos no en México. Sigue, o ha seguido durante muchos años la ruta del poder. La ruta que permite hacer más cómodo el acceso a la salud de unos cuantos, sin considerar a los de abajo. Ya sea por privilegiar a personal de confianza bien “apalancado”, para beneficiar a jefes sindicales privilegiados, o para poder hacer una “caja chica” local, de la cual disponer sin el control de otros organismos. Porque como hemos notado el presupuesto es una cobija de la que todos quieren jalar, sin importar a quién o a cuántos afectarán. Y como he intentado dar cuenta en esta serie de artículos, así como se ha defendido que para atrapar a los corruptos hay que seguir al dinero, yo propongo que también sigamos la estadística.
Referencia:
1.- http://www.issste.gob.mx/datosabiertos/anuarios/anuarios2019.html