En la entrevista telefónica, Julia dijo que su motivo de consulta era aprender a manejar el maltrato que ejercía su esposo Joaquín. Buscaba que su angustia disminuyera, que sus pensamientos suicidas y que el odio que sus hijas sentían hacia Joaquín se desvaneciera y que su hija mayor no estuviera triste. Comentó que su esposo no estaba dispuesto a asistir a psicoterapia porque decía que no estaba loco ni tenía problemas. Escuchar este motivo de consulta, me recordó la advertencia de Ehrenhous (1993) (1): “estar siempre vigilantes de que las experiencias vividas no sean ahogadas por el ‹‹poder tiránico del motivo terapéutico››”.
La hipótesis que formulé luego de colgar el teléfono fue que la tristeza de su hija mayor se había presentado por un sobreinvolucramiento con el sistema conyugal, fomentado por Julia al buscar apoyo en ella para sortear los conflictos con Joaquín. ¿Esa tristeza era un intento de desvío de atención de las problemáticas conyugales? ¿Era un eco de la tristeza de su mamá? Quizá como consecuencia de años de maltrato, Julia asumía que la única opción era aprender a afrontar la situación, viviéndola.
En la primera consulta Julia comentó que había “entrado” en depresiones muy fuertes debido a que no tenía el control de su vida y solamente había encontrado la solución de “revelarse a escondidas” para salirse algunos domingos. Dijo que desde que vivía con sus padres se sentía en un cubo de prohibiciones. Buscando escapar de esa imposibilidad de mayor control y encontrar el amor de papá que jamás tuvo, se embarazó y se fue a vivir con Joaquín, pero llegó a otro cubo en el que intentó evitar problemas dejando de bañarse, quedándose en casa, abandonando la idea de trabajar y de poder visitar a su mamá.

Aclaró que lo que quería era ayudarse a sí misma para poder tener una buena relación con Joaquín a quien pensaba como un hombre imposibilitado de asumir sus errores por la edad avanzada que tenía, pero principalmente lo que buscaba era ayudar a su hija mayor a salir de la tristeza ya que ella, como mamá, “bien que mal había sobrellevado el maltrato por muchos años”.
Intentando entender a Julia en su búsqueda por vivir las violencias con una mejor actitud, pensé en algunas de las posibles características de las personas que viven violencias: inferioridad, justificación de las violencias, depresión, ideación suicida, olvido de metas propias y aislamiento. Además, pensé que quizás intervenía el hecho de que Julia solamente conocía esa manera de vivir y de relacionarse, por lo que buscaba alternativas “dentro de ese mismo cubo”.
En la segunda consulta Julia relató su historia con Joaquín: vivió por 11 años en la casa de sus suegros, sintiéndose “arrimada”, sirvienta y prisionera. Gracias a que su hija comenzó a ir a la primaria logró salir y “respirar” luego de años de encierro. Aunque Joaquín se enojó por tal situación, Julia insistió que era lo mejor para su hija, pensando que era lo mejor para sí misma. Varias veces pensó en huir, pero al no tener un sitio al cual ir, se quedó hasta que un día no pudo más y se fue a casa de sus padres, situación que duró menos de un año, ya que su familia comenzó con prohibiciones y su hija mayor dejó de jugar y de comer. Llorando dijo que quería tener control sobre su propia vida para poder ayudar a sus hijas y ya no decepcionarlas, quería ser más fuerte y dejar de creer en los insultos de Joaquín. Antes de salir me pidió que le escribiera una frase que mencioné en la consulta y sonriendo se despidió como si le hubiera dado un regalo. Al asomarme por la ventana la vi alejándose mientras repasaba aquellas letras. Esa tarde me quedé con la esperanza de que algún día aquella mujer pudiera vivir sin tanto miedo. 
Julia no volvió a aparecer. ¿Qué fue de su vida? Prefiero quedarme con la duda para no pensar que seguramente continúa viviendo en un cubo “revelándose en silencio” por miedo a un hombre con miedo. Prefiero quedarme con la duda para no pensar que seguramente su hija mayor sigue triste y ha emprendido la búsqueda de una relación amorosa para escapar de casa, prefiero quedarme con la duda para no pensar que seguramente esas hijas repetirán con sus parejas los patrones que aprendieron en casa, prefiero hacer como que me quedo con la duda.

(1) Colgan, I. (2003) Re-versiones de la quinta provincia: la construcción social de la desigualdad y pobreza en las mujeres, madres solas. Psicoterapia y familia. Vol. 16, no. 2, p. 52.

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Cursó sus estudios de Licenciatura en Psicología en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala (UNAM), titulándose con la tesis ‘Psicosis y arte: bordeando un yo exiliado de sí mismo". Cursó la Maestría en Psicología con Residencia en Terapia Familiar Sistémica en la Facultad de Estudios Superiores Iztacala (UNAM), durante la cual desarrolló un proyecto titulado "Perspectivas en psicoterapia: caracterización de personajes". Alumna de Mtra. Ofelia Desatnik, Doc. Alexis Ibarra, Dra. Lourdes Fernández y Doc. Marcelo Pakman. Ha sido ponente en congresos y coloquios de temas relacionados con la violencia, la pareja y la familia en instituciones educativas y contextos hospitalarios, dictaminadora en artículos de psicología y ciencia social, psicoterapeuta tanto en el ámbito público como en el privado y docente tanto presencial como en línea en el Instituto de Terapia Familiar CENCALLI de temas como violencia y terapia de pareja. Ha brindado acompañamiento terapéutico a personas con autismo y discapacidad intelectual. Interesada en la psicoterapia sistémica, la crítica-poética y la reflexión-en-la-acción. Contacto: https://fabiolaarellanojimenez.blogspot.com/ https://twitter.com/FabiolaArellano https://www.instagram.com/fabarella/

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