El embarazo no planificado ha cobrado importancia en los últimos años, debido a que, de acuerdo con la OCDE (Organización para la cooperación y el Desarrollo Económico), México ocupa el primer lugar en embarazos adolescentes.

En México, 23 % de las y los adolescentes inician su vida sexual entre los 12 y los 19 años. De ellos, 15 % de los hombres y 33 % de las mujeres no utilizaron ningún método anticonceptivo en su primera relación sexual. Estos datos reflejan que al año ocurren aproximadamente, 340 mil nacimientos en mujeres menores de 19 años.

El embarazo en las y los adolescentes puede afectar negativamente su salud, la permanencia en la escuela, los ingresos presentes y futuros, el acceso a oportunidades recreativas, sociales y laborales especializadas; y muchas veces también disminuye su calidad y desarrollo humano. Además del riesgo latente de adquirir una infección de transmisión sexual.

Por ello se han puesto en marcha estrategias nacionales, apegadas a los derechos sexuales y reproductivos, que tienen el objetivo de reducir el número de embarazos en adolescentes. Pero, pese a los esfuerzos en brindar una educación sexual gratuita y laica, siguen existiendo muchas trabas culturales, valores, creencias, prejuicios y miedos.

Entonces, ¿qué más podemos hacer? Su atención requiere un abordaje conjunto: instituciones de salud y gubernamentales, escuela y familia

Ahora. ¿Qué puedo hacer yo, si soy madre o padre de adolescentes, para motivarlos  a retrasar su maternidad/paternidad hasta que estén preparados?

Algunos padres optan por “mantenerlos en vigilancia” o bajo amenazas del tipo “si sales embarazada te vas de aquí”, “si embarazas a alguien te pones a trabajar”. Y evidentemente no se han obtenido los resultados esperados. Además, muchos padres y madres de adolescentes, también tuvieron a esos bebés siendo adolescentes; lo que quiere decir que el contexto ha normalizado esta situación. 

Si soy padre o madre de adolescentes ¿Necesito saber más sobre el uso correcto de métodos anticonceptivos? Por supuesto. Pero esta información no siempre es fácil de transmitir. Algunos padres y madres luchan con sus propios prejuicios al respecto.  

Entonces, Por dónde empezar…

Primero, ¿Necesitamos saber sobre desarrollo y sexualidad? Si. La sexualidad es una parte normal, saludable y natural de quienes somos a través de cada etapa de la vida, desde que nacemos hasta que morimos. La sexualidad No sólo incluye al comportamiento sexual, sino también cómo funciona nuestro cuerpo, el nacer del género femenino o masculino tiene diferencias en valores y actitudes, determinadas por nuestra cultura. Procurar que nuestros hijos he hijas se sientan bien acerca de su sexualidad a lo largo de su crecimiento, permite una comunicación más sencilla. 

A esto podemos sumar, acompáñalo/la en la creación de un proyecto de vida. Hay evidencia que permite afirmar que la existencia de un proyecto de vida incrementa las probabilidades del desarrollo de hábitos saludables y reduce los efectos adversos de los distintos factores de riesgo sobre su salud. 

La importancia de plantear un proyecto de vida no sólo radica en la identificación de aquello que se quiere lograr, sino también sobre cómo generar los recursos o medios para su cumplimiento. Cuando se tiene claro el qué quiero y el cómo lo voy a obtener, es más sencillo retomar el rumbo si se presenten dificultades u obstáculos en la vida, incluso permite evadir riesgos, como lo es un embarazo adolescente.

Un proyecto de vida necesita ser personal, realista y flexible. Es personal porque está determinado por sus gustos, necesidades e intereses. Necesita que se traten de metas realistas o alcanzables, apegadas a su conocimiento personal y del contexto en que se desenvuelven; y flexibles, pues las condiciones en las que vivimos son cambiantes, como ahora por la pandemia, un cambio de empleo o  la pérdida de un ser querido.

Finalmente No olvides que la adolescencia también te sucedió a ti.

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