La última vez que México se preocupó por hacer una Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica (ENEP) con impacto nacional fue en 2002, desde entonces se han analizado, adaptado y complementado los resultados con otros datos y con otras encuestas no tan amplias en su poder estadístico.
Un dato interesante de la ENEP, es que el 28.6% de la población presentó alguna vez en su vida, uno de los 23 trastornos mentales catalogados dentro de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), elaborada por la Organización Mundial de la Salud. Esto implica que fueron significativos en su momento para quien los sufrió.
El asunto se debe analizar desde la perspectiva epidemiológica y de salud pública. Esta última rama de la medicina propone dividir los servicios de atención en primero, segundo y tercer nivel. De acuerdo a la cantidad de población que puede ser afectada por una determinada patología o trastorno.
En el primer escalón se encuentra la medicina preventiva y de atención básica. Pues en teoría, aquí se resuelven el 80 % de los problemas en salud. En este nivel se atienden y detectan enfermedades consideradas frecuentes y ampliamente extendidas, como el cáncer de mama, cérvico uterino o de próstata, así como las enfermedades que se manifiestan en amplios grupos de mexicanos, como diabetes, obesidad e hipertensión.
El segundo nivel corresponde a los hospitales generales, En este escalón es donde se tienen las competencias para resolver los casos remitidos por los servicios del primero y que requieren de procedimientos diagnósticos, terapéuticos y de rehabilitación de mayor complejidad. Entre sus servicios clínicos se encuentran las llamadas especialidades troncales, como traumatología y ortopedia, pediatría, ginecología y obstetricia, cirugía general y medicina interna. A grosso modo, este nivel aplica cuando la enfermedad presenta manifestaciones físicas en las cuales es indispensable el tratamiento oportuno para limitar el daño y recuperar la salud. En el segundo nivel se recurre al internamiento y al tratamiento quirúrgico o clínico específico. La hospitalización y el manejo con cirugía definen este nivel de atención.
El tercer nivel es aquel formado por una red de hospitales de alta especialidad con avanzada tecnología. Donde se tratan enfermedades de baja prevalencia pero alta complejidad. En ellos se atiende a los pacientes que remiten los hospitales del segundo nivel. Siendo considerados en éste los Centros Médicos Nacionales (CMN), las Unidades Médicas de Alta Especialidad (UMAES), y los Institutos Nacionales de Salud que se concentran en su mayoría en la Ciudad de México.
Y es ahora cuando entramos al terreno de lo pantanoso, Por lo menos para la salud mental y para Psiquiatría. De acuerdo a la ENEP uno de cada cuatro mexicanos ha necesitado atenderse por un problema que podría haber sido competencia de un Psiquiatra. Es un número estadístico que por mucho supera la probabilidad de tener un padecimiento que amerite manejo por varias de las especialidades troncales antes mencionadas.
De acuerdo a varios estudios, hasta un 90 % de las solicitudes de atención urgente en varios centros médicos son clasificadas como “sentidas” o como algunos médicos las llaman, “no reales”. El problema es que estas urgencias pueden incluir cuadros de angustia, depresión o ansiedad. Este fenómeno representa una frustración tanto para el médico que no desea atenderlas, como para el paciente que necesita apoyo. Por este último hecho los diagnósticos pertinentes en salud mental muchas veces son sub-detectados, sub-diagnosticados o mal catalogadas como cefaleas (dolores de cabeza), histerias y otras opiniones basadas en el prejuicio del médico tratante en turno. Por eso los padecimiento mentales no se reflejan en las estadísticas.
Aunque los servicios de tercer nivel deberían incluir unidades como el Instituto Nacional de Psiquiatría es aquí donde nos damos cuenta que las cosas ya no cuadran como quisiéramos, generando un contexto de discriminación hacia el paciente psiquiátrico.
Con estas afirmaciones el título de este texto toma sentido, ya que la definición que hago de nivel en el mismo, no solo aplica a la definición o acepción desde una perspectiva de calidad o prestigio, sino que también se refiere al escalón de la pirámide en salud en el cual se debe colocar la atención en psiquiatría.
La hospitalización psiquiátrica debería ser incluida en cualquier hospital general como troncal, y la consulta externa podría ameritar ser ofrecida desde los centros de salud, es decir desde el primer nivel.