Editorial

Los nuevos hombres

Las exigencias del siglo XXI para los varones los colocan en una continua disyuntiva: ser verdaderos hombres obedientes al patriarcado versus dejar atrás los modelos tradicionales de masculinidad para ser los nuevos varones, deconstruidos, buenos padres, amorosos y responsables en lo doméstico.

Este aparente dilema se presenta para ellos en todos los contextos donde se desarrollan. El cambio es difícil pues implica dejar atrás los privilegios y por otro lado afrontar el castigo social que se hace presente y explícito al interior de la pareja, familia de origen, trabajo y comunidad.

Puto, mandilón, pendejo y débil son algunos de los descalificativos que reciben aquellos que deciden cambiar para establecer relaciones equitativas con sus parejas y con las mujeres en general ¿Esto justifica el no cambio? Definitivamente no.

Desde una perspectiva ética que sostiene que la felicidad del mayor número de seres humanos es el fin último de la acción humana, los agentes morales están obligados a orientar conscientemente sus acciones para lograr este cometido.

En este sentido corresponde a los varones ser partícipes activos en la construcción de relaciones humanas que promuevan el bienestar para hombres, mujeres y la infancia.

En palabras de Graciela Hierro, la universalización de los valores femeninos positivos como suavidad, delicadeza, ternura, sensibilidad, paciencia, receptividad y sentido comunitario es uno de los caminos para lograr el bien común pues implica superar la división sexual del valor.

Eliminar la hegemonía masculina y/o femenina es el objetivo que permitirá que hombres y mujeres se apropien de los sentimientos de solidaridad y justicia congruentes con los fines humanos.

Vinculados a estas ideas, el equipo de Salutare comparte algunos textos con la esperanza de contribuir a construir una sociedad mayormente ética.