¿Cómo vivir cuando se está sobreviviendo?

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Este Día de muertos me hace reflexionar sobre la realidad ambivalente de la que somos testigos. Parece que hoy la muerte y la pérdida saben distinto. Como si viviéramos un año que nos ha obligado a sobrevivir, o sobre vivir. 

Entre las pérdidas de nuestros seres queridos que han partido, se siguen filtrando dolorosas las incomprensibles y normalizadas muertes que acompañan a nuestro país, un planeta que protesta entre temblores y huracanes y además, un virus que no sólo nos amenaza con arrebatarnos la vida, sino que nos tiene atados en la orilla del precipicio de la incertidumbre, la frustración, el enojo y la desesperanza. Parece un 2020 del terror.

Al mismo tiempo, entre esos huecos: sillas vacías en el hogar de las pérdidas, despedidas de trabajos, velatorios desiertos y panteones cerrados, son los nuevos duelos los que nos impulsan, porque la vida sigue, aunque ahora sea distinta. 

Todo volverá a ir bien, pero nunca será como antes”, recordé de Jülicher [1].

Y así estamos las empresas y familias reinventándonos para sobrevivir, resignificando las prioridades, reorganizando las tareas cotidianas y la manera en cómo hacerlas. Enfrentando duelo tras duelo tanto en lo emocional como en lo operacional, porque hoy trabajamos diferente, nos relacionamos diferente y nos sentimos igual, pero diferente. 

Y ¿cómo hacer para sobrevivir a tanto?

La propuesta es reestructurarnos paso a paso y por obvio que parezca, no dejar abatirnos.

En un duelo, la estabilidad se retoma a través de la consciencia de la aceptación. Es un camino que cada persona avanza a su propio ritmo, despidiéndose en cada paso de la irreparable pérdida de lo que ya no es, al tiempo que va resignificando su nuevo ahora. 

Cuando hablamos de perder a un ser querido, Jülicher promueve la idea de generar una nueva vinculación con la persona fallecida. El proceso no es fácil por la dificultad que representa dejar ir a alguien sin poder hacer algo al respecto, sin tener la aparente seguridad de que sea solo temporal. 

Lo mismo ocurre con otras pérdidas que estamos enfrentando, porque creímos que perder la libertad de pasearnos en la calle o abrazar a los nuestros, sería solo temporal; tuvimos que adecuarnos a una nueva forma de trabajar o estudiar, sin poder hacer algo al respecto. 

¿Cómo puedes vincularte distinto?

Armoniza tu calendario. Los rituales cotidianos como mantener horarios y ocupaciones ayudan a disminuir el dolor, el miedo y reconfortar de alguna forma dando armonía a tus días. Incluye siempre tiempos para comer y descansar, actividades de ocio individuales y en familia, la agenda no es solo para anotar pendientes y trabajar. Incluye a toda la familia para hacer el calendario, es una actividad de todos y sus ideas cuentan.

Escribe. Date tiempo de observarte y dejarte sentir, date permiso de no entenderlo, no necesitas entenderlo para sentirlo. Cada día agenda 10 minutos para sentarte a solas a escribir. Es solo para ti y no para dedicarle cartas a nadie. Solo escribe tus emociones y pensamientos como vayan llegando. Poco a poco podrás detectar con mayor claridad lo que sientes, dejando así pasar la emoción -sintiéndola- e irás reduciendo aquellas que son incómodas y desproporcionadas.

Establece prioridades. Mucho de lo que nos ocurre es porque deseamos mantener el ritmo, la productividad o el estándar al que estábamos acostumbrados. Recuerda que te estás vinculando distinto a tu nueva vida. Determina, por ejemplo, si es prioridad mantener limpia tu casa (como antes), a pesar de estar constantemente en guerra contigo o con tu familia.  

Evita querer estar en la constante contención, desear mantener todo bajo control, tener todo arreglado y perfecto. Es posible que ahora sea mejor vincularte en pareja y en familia de una forma más sensible, armoniosa y flexible. 

Este 2020 ha traído meses de constante pérdida y readaptación. Condiciones en las que se ha manifestado la distorsión del tiempo, experimentando trances cotidianos en los que el tiempo pasa lento, haciendo eterno un determinado momento, y por otro lado una percepción de que la vida se nos va, en un abrir y cerrar de ojos. En poco tiempo, el tiempo ha pasado. 

Lo que es un hecho es que el pasado ya no vuelve y ningún intento por dejar las cosas como eran antes, conducirá a que lo sean. Ese suceso ineludible nos acompaña ahora invitándonos a concretar paso a paso, o día a día como fuere necesario, una nueva vida en la que se transite progresivamente, dejando atrás lo que se pensó impensable.

Lo que nos ha mostrado igual este año es que los humanos no somos un resultado fortuito de las circunstancias, como lo ha descrito Viktor Frankl (1962) [2]. 

Cada persona, aún bajo las condiciones más trágicas, guarda la libertad interior de elegir la actitud personal que adopta frente al destino, y es capaz de conferir a su existencia intención y sentido [2]. 

Lo que decidas hoy, será tu futuro pasado. ¿Decides sobrevivir o sobre-vivir?

Citas:

  1. Jülicher, J. (2004, Pag.49). Todo volverá a ir bien, pero nunca será como antes. El acompañamiento en el duelo. Editorial Sal Terrae.
  2. Frankl, V. (1979, Pag.91). El hombre en busca de sentido. Herder.

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