Los primeros años de un niño son el cimiento para una salud física y mental en la edad adulta; debido a que diversos especialistas coinciden en que es una etapa crítica donde se adquiere el mayor número de habilidades que permiten poder solucionar problemas, tener una adecuada comunicación, un mejor rendimiento escolar, una mejor regulación de emociones, por mencionar algunas.
Esta etapa va desde el nacimiento hasta alrededor de los seis años. Es un periodo clave ya que se nutren las diversas áreas del desarrollo: lenguaje expresivo y receptivo, locomoción (motricidad gruesa y fina), social y autocuidado.
Hablar de desarrollo infantil implica conocer cómo se relaciona el infante con su medio ambiente y cómo su cerebro está aprendiendo. Un bebé recién nacido tiene un cerebro estructuralmente desarrollado, pero le falta madurar y esto lo consigue a través de los estímulos que recibe. Así, sucesivamente al estar en constante interacción con los diversos sonidos, colores, formas, texturas, movimientos, etc., va adquiriendo nueva información que se convertirá en conocimiento y aprendizaje.
¿Cómo estimular a un niño?
La estimulación comienza desde que una madre habla con su bebé, cuando le sonríe, cuando le muestra sus juguetes e invita a jugar, cuando le permite tocar lo que hay a su alrededor, al tomar la comida con sus manos, al estar tendidos en el piso, cuando se ensucia, cuando van al parque, cuando pinta las paredes de su casa, al leer cuentos, en un sinfín de actividades.
La interacción activa del adulto es fundamental para promover los hitos del desarrollo, pues es quien favorece que el ambiente sea rico en estímulos.
Los hitos del desarrollo son aquellas conductas que suelen realizar la mayoría de los niños a cierta edad. Por ejemplo, un bebé suele sostener su cabeza con firmeza entre los 3 y 4 meses de edad, al 6.° mes puede ser capaz de sostener su biberón, después de cumplir 8 meses puede sentir miedo al estar con extraños.
Estas conductas dan un panorama de lo que puede ser un desarrollo y madurez en tiempo y forma. Además de facilitar la observación de lo que ya es capaz de hacer y es la manera visible del aprendizaje.
De esta forma, quienes están involucrados en la vida cotidiana de un niño pueden ser los principales promotores del desarrollo con una acción llamada jugar. El juego es la forma más rica de promover lazos afectivos, seguridad, confianza, creatividad, imaginación; herramientas que en la vida adulta les serán de utilidad para conseguir un empleo, formar una familia y quizá convertirse en los encargados de cultivar la infancia.
En memoria del lic. Rene Guzmán Castillo
Fundador del Colegio Mexicano de Estimulación temprana A. C.
“La semilla del amor que sembraste en nuestros corazones nunca morirá”
Excelente artículo. Mi experiencia al ser alumna del Lic. René Guzman, amplio mi visión acerca de la estimulación temprana y el papel de los padres y los terapeutas. Tengo la convicción que la estimulación temprana (adecuada y bien informada) puede ser generadora de cambios sociales.