Como parte de la asertividad en la comunicación, un aspecto muy importante es el autoconocimiento. Recordemos la premisa principal de esta, que implica el poder de expresarnos de manera clara, respetuosa de sí y del otro, siempre a partir de nosotros mismos(as), ya que sólo con esta base sabremos lo que se desea expresar
Así, la condición necesaria es saber lo que queremos expresar, solicitar, negar o los términos de negociación, es decir, hasta donde acepto y lo que definitivamente no aceptaré, para lograr esto lo primero es que hay que conocernos, saber conscientemente (consciencia: capacidad del ser humano para percibir la realidad y reconocerse en ella) lo que queremos y lo que necesitamos.
El autoconocimiento es resultado de un proceso reflexivo mediante el cual la persona adquiere noción de sí mismo, de sus cualidades y de sus características.
Este proceso no siempre es espontáneo, es decir, tal vez sepamos cuál es nuestro color o alimento favorito, el mejor lugar para vacacionar y otros datos. Solo que, para definir nuestras ideas respecto a temas como el aborto, la homosexualidad, los roles de género y otros, los tenemos que reflexionar, que pensar y ubicar los valores que rigen nuestra vida, ya que a partir de ellos vamos a considerar qué vale para nosotros, cuál es la base de nuestras decisiones: preferimos ir al corralón que dar una mordida; preferimos dar una mordida que llegar tarde o no llegar por un hijo (a) a la escuela. Nuestros valores tampoco son estáticos, hay que estar conscientes de ello.
El autoconocimiento también nos proporciona el elemento básico para ser responsables de nuestros actos y no culpar a nadie de aquello que nos corresponde sólo a nosotros y que sólo así podemos resolverlo, cambiarlo o mejorarlo.
Este proceso autorreflexivo, también nos permitirá conocer y reconocer las propias emociones y saber qué significado tienen para nosotros, cómo nos sentimos cuando estamos enojados, qué parte del cuerpo recibe esta emoción o qué hacemos cuando la tristeza nos embarga o qué nos permitimos cuando nos sentimos radiantes y felices.
Cuando tenemos esta conexión interna, definitivamente será más fácil, incluso natural, decir “no gracias”, cuando algo nos incomoda, aceptar de manera respetuosa que nos digan que no, expresarle a alguien que no aceptaremos agresiones, gritos o malas actitudes laborales o personales.
Este proceso también nos permitirá ser sujetos de nuestra propia historia, es decir, ser quienes dirigen su propio camino y no esperar a que alguien o algo intervenga para llevarnos a un final feliz o no.
Haciendo una analogía, podríamos pensar en el autoconocimiento como un taladro, que perfora lo necesario para después dejar bien fijo lo que vamos a colocar. Es un trabajo necesario para no perdernos entre opiniones ajenas o desvaríos propios.